Uno tiene que comer con sus clientes, y cuando come con ellos, le gusta quedar bien. Por eso los detalles son importantes: que te reciban bien, que te llamen por tu nombre, y sobre todo que el servicio sea impecable. Un buen sommelier que te ayude a elegir el vino perfecto para la ocasión es un plus que se agradece. Lo que no se vale es que el sommelier llegue de lo más atento a tu mesa, te ofrezca aquel vino super oficial, con cuerpo, notas de cereza, pimienta y un poco de madera, con los taninos balanceados y un verdadero placer en el paladar y tenga la amabilidad de omitir el precio en su poética presentación, para después sorprenderte con él vino.
Estas y otras experiencias existen en el mundo restaurantero, hay experiencias mejorables en nuestro gran mundo, no olvides comer pedir en cada lugar que vayas la especialidad del día, que todo restaurante respetable la tiene, ya sea porque de verdad es el mejor producto que el chef encontró o bien porque es un platillo que les urge mover.